3 de Junio de 2020 a las 09:37
Uno de los principales motivos por los que los adultos se
plantean someterse a un tratamiento de ortodoncia es la estética de la sonrisa.
Aun así, la ortodoncia puede aportar muchos otros beneficios además de la estética.
A menudo no somos
conscientes de que nuestros dientes no encajan bien, y por lo tanto no
funcionan bien. La ortodoncia corrige malposiciones y apiñamientos de los
dientes y, de esa forma, mejoramos el funcionamiento de la boca en general y
facilitamos el mantenimiento de la salud de los dientes y encías.
En los niños, la ortopedia nos permite corregir algunos de
estos problemas, ya que están en crecimiento y tienen mayor capacidad para
adaptarse a los cambios.
Sin embargo, la ortodoncia en adultos tiene un punto de
partida muy diferente. Los huesos ya no crecen, puede haber pérdida de piezas
dentales, del hueso que soporta los dientes o incluso de tratamientos
anteriores, como coronas o implantes.
Estas situaciones más complejas en adultos hacen que con frecuencia
sea aconsejable afrontar los tratamientos con un enfoque multidisciplinar. Los
tratamientos de ortodoncia deben realizarse antes de otros tratamientos
definitivos, como implantes o puentes. Si partimos de una mordida incorrecta,
estos tratamientos no encajarán bien, lo que puede comprometer su éxito a largo
plazo.
Aun así, los aparatos de ortodoncia no interfieren en el
desarrollo de la vida cotidiana. Se puede cantar, tocar instrumentos, salir a
cenar o practicar todo tipo de deporte. Existen muy pocos inconvenientes y no
hay problema en que el paciente se adapte a ellos rápidamente. Por ejemplo, es
mejor evitar alimentos como las pipas, caramelos o chicles.
La duración de la ortodoncia suele oscilar entre uno o dos
años dependiendo de la severidad del problema y la colaboración del paciente.
El éxito del tratamiento depende sobre todo de un riguroso diagnóstico y una
correcta planificación de los pasos a seguir