Publicado: 17 de Diciembre de 2016

Uno de los principales motivos por los que los adultos se plantean someterse a un tratamiento de ortodoncia es la estética de la sonrisa. Aun así, la ortodoncia puede aportar muchos otros  beneficios además de la estética.

 A menudo no somos conscientes de que nuestros dientes no encajan bien, y por lo tanto no funcionan bien. La ortodoncia corrige malposiciones y apiñamientos de los dientes y, de esa forma, mejoramos el funcionamiento de la boca en general y facilitamos el mantenimiento de la salud de los dientes y encías.

En los niños, la ortopedia nos permite corregir algunos de estos problemas, ya que están en crecimiento y tienen mayor capacidad para adaptarse a los cambios.

Sin embargo, la ortodoncia en adultos tiene un punto de partida muy diferente. Los huesos ya no crecen, puede haber pérdida de piezas dentales, del hueso que soporta los dientes o incluso de tratamientos anteriores, como coronas o implantes.

Estas situaciones más complejas en adultos hacen que con frecuencia sea aconsejable afrontar los tratamientos con un enfoque multidisciplinar. Los tratamientos de ortodoncia deben realizarse antes de otros tratamientos definitivos, como implantes o puentes. Si partimos de una mordida incorrecta, estos tratamientos no encajarán bien, lo que puede comprometer su éxito a largo plazo.

Aun así, los aparatos de ortodoncia no interfieren en el desarrollo de la vida cotidiana. Se puede cantar, tocar instrumentos, salir a cenar o practicar todo tipo de deporte. Existen muy pocos inconvenientes y no hay problema en que el paciente se adapte a ellos rápidamente. Por ejemplo, es mejor evitar alimentos como las pipas, caramelos o chicles.

La duración de la ortodoncia suele oscilar entre uno o dos años dependiendo de la severidad del problema y la colaboración del paciente. El éxito del tratamiento depende sobre todo de un riguroso diagnóstico y una correcta planificación de los pasos a seguir